Cómo ayudar a tu bebé a adaptarse a la guardería

Empezar a cuidar a un niño puede ser una gran transición emocional y práctica tanto para ti como para tu bebé. Se trata de una nueva rutina, un nuevo entorno, nuevos cuidadores y, posiblemente, la primera vez que tu bebé experimente cierta separación de ti.

Sabemos lo difícil que puede ser la adaptación para toda la familia, así que hemos reunido estos consejos para que sea más fácil y se reduzcan las lágrimas al dejar al bebé (¡las tuyas y las del bebé!). Tu guardería o centro de día familiar tendrá muchas sugerencias para ayudar a tu bebé a adaptarse a la guardería.

Organícese

Ocúpate de todas las cosas prácticas la noche anterior para reducir el estrés por las mañanas. Asegúrate de que la ropa esté etiquetada y preparada la noche anterior. Si tienes que preparar las fiambreras, hazlo también la noche anterior si es posible. Prepara sus mochilas, tu ropa y parte del desayuno. Cualquier cosa que ayude a que las mañanas vayan bien es fantástica.

Deja tiempo para la conexión

Organizarse por las mañanas también puede darles la oportunidad de pasar un tiempo especial juntos antes de empezar el día. Llena el vaso emocional de tu pequeño con un abrazo, un cuento o una toma de pecho o biberón. Si no puedes incluir esto en las mañanas, intenta hacerlo cuando lleguéis a casa juntos, aunque sea durante 10 minutos, antes de que empiece la ajetreada rutina de la noche.

Empaca artículos de confort

Puedes regalarles un peluche nuevo o un edredón especial para la guardería, o algo ya conocido y querido. Acuérdate de meter en la maleta sus chupetes, sacos de dormir, su libro favorito y cualquier cosa que puedan asociar contigo. Regala a sus educadores una foto de familia: a menudo tienen un árbol genealógico o un muro dedicado a las fotos de las familias de los niños que reconforta a los pequeños.

Empezar despacio

Empezar despacio es la clave para facilitar la entrada en la guardería. Esto puede depender de tu bebé, así que déjate guiar por él sobre la lentitud del periodo de transición. Deja tiempo para varias sesiones de orientación, en las que te quedarás con ellos durante una o dos horas, y poco a poco ve dejándolos durante un breve periodo mientras esperas en la guardería. Después, empieza dejándolos sólo durante media jornada si puedes, y ve ampliando gradualmente el tiempo de permanencia.

Construir una relación con los educadores

Empezar poco a poco no sólo permite a tu bebé acostumbrarse a su nuevo entorno y a su rutina con la tranquilidad de tenerte cerca, sino que también le da tiempo a establecer una conexión con sus nuevos cuidadores. Un niño que tiene una relación de confianza y afectuosa con los educadores se sentirá seguro y más feliz de dejar tus brazos.

Despídete

Habla positivamente sobre el cuidado de tu hijo antes de salir de casa. Si has dejado pasar unas semanas para ayudar a tu pequeño a asentarse, es el momento de decir adiós. Esto puede ser difícil, y puedes tener la tentación de quedarte y esperar a que se distraiga para salir a escondidas. Esto debe evitarse, y en su lugar las despedidas deben ser cortas, tranquilas, cariñosas y seguras. Dale a tu hijo un beso y un abrazo, despídete de él y vete con una sonrisa.

¿Y si lloran siempre al dejar a los niños?

Las salidas angustiadas y con lágrimas en los ojos son desgarradoras. No les dejarías llorar así en ningún otro momento, así que quizá te preguntes si les está haciendo algún daño. Según la destacada psicóloga Karen Young, respecto a esta molesta separación:

Mientras sigas con ellos, su amígdala (la parte del cerebro responsable de la ansiedad) tendrá la esperanza de que la separación no se produzca y mantendrá la respuesta de lucha o huida. Una vez que te vayas, la amígdala registrará la inutilidad. Sólo entonces el cerebro y el cuerpo de tu hijo podrán descansar. La oleada neuroquímica que impulsa los síntomas físicos, emocionales y conductuales de la ansiedad comenzará a neutralizarse y su ansiedad empezará a remitir".

Una vez que el cerebro registra la inutilidad de esta manera, construirán la resiliencia. Karen sugiere que los padres se recuerden a sí mismos que su hijo está a salvo, que está al cuidado de maravillosos cuidadores y que ellos le están proporcionando las experiencias que le harán desarrollar su valor. Si llaman por teléfono a su educador, o echan una miradita a la habitación unos momentos después, probablemente descubrirán que han seguido adelante con su día con bastante rapidez.

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