Una lección para nuestros hijos sobre el poder de las palabras

Que levante la mano quien haya oído alguna vez la frase: "Palos y piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras nunca me harán daño". No sabría decir cuándo la oí por primera vez ni por qué, pero es seguro que se me quedó grabada. Cuando era niño, aprendí que las palabras no eran más que palabras. Estaba normalizado minimizar los sentimientos duros porque desaparecerían por arte de magia. Estar enfadado, triste o decepcionado no era para tanto: era algo que tenía que "superar". Ahora, como adulta que cría a sus propios hijos, sé lo falsa que es esa frase. Las palabras importan, y causan impactos duraderos. Aunque tardé varias décadas en entenderlo del todo, me alegra decir que hoy en día se hacen las cosas de otra manera. Y hay maneras de enseñar a nuestros hijos el poder de sus palabras.

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El poder de nuestras palabras

Recientemente, mi hija mayor compartió una de sus lecciones favoritas de sus orientadores sobre la importancia de las palabras. La lección hablaba del impacto de nuestras palabras en las personas que nos rodean. Cómo un cumplido puede alegrarle el día a alguien, o cómo unas pocas palabras malsonantes dichas con rabia pueden ser devastadoras.

La lección trataba de lo poderosas que pueden ser las palabras, ya sean positivas o negativas. Para ilustrarlo de forma concreta, el consejero hizo que los niños arrugaran un trozo de papel. Cada arruga y contorsión representaba palabras poco amables o acoso. Cuando terminaban, les pedía que intentaran volver a dejar el papel como estaba. Por supuesto, por mucho que lo alisaran, ya no era lo mismo.

Explicó que, en un escenario de la vida real, alisar el papel podría parecer como disculparse. Pero incluso cuando decimos que lo sentimos, cuando herimos a alguien, nunca se borra del todo el impacto. Las cosas no vuelven a ser exactamente como antes. Lo mismo ocurre cuando esas palabras mezquinas sacan lo mejor de nosotros.

Como padres, queremos enseñar a nuestros hijos esta lección sin que les duela el corazón, y eso empieza por guiarles con empatía. "Se puede fomentar la empatía enseñando el poder de las palabras", dice Matthew Schubert, consejero profesional licenciado. "Cuando tu hijo entiende cómo le hacen sentir ciertas palabras, le ayuda a comprender cómo sus palabras afectan a los demás", añade.

Enseñar a nuestros hijos a ponerse en el lugar de otra persona les enseña a detenerse y pensar en el impacto y el poder de sus palabras. También les ayuda a ser amigos afectuosos de quienes han tenido experiencias difíciles de acoso escolar. Aunque no se hayan burlado de ellos, entienden lo que se siente.

Liderar con empatía y amabilidad

Ser empático en todas las situaciones es más fácil de decir que de hacer, incluso para un adulto con más práctica. Es aún más difícil cuando se es niño, sobre todo cuando los ánimos se caldean. Entonces, ¿cómo enseñamos a nuestros hijos a ser amables y pacientes?

Schubert recomienda que los padres empiecen por lo básico, como identificar las emociones y comunicarse eficazmente. "Hacer esto ayuda a la gente a entender mejor lo que intentas decir y cómo te sientes", dice. Recuerda que la amabilidad tiene muchas formas. Practicar la amabilidad no tiene por qué incluir un gran gesto.

Pequeñas formas de practicar la bondad

Kindergarten kids friends arm around sitting smiling

Si buscas formas de enseñar a tus hijos a infundir un poco más de bondad en su día a día, considera la posibilidad de practicar algunas de las siguientes:

    Haz un cumplido a un amigo, a un familiar o incluso a un desconocido.

    Practica la gratitud y haz que la gente sepa que la aprecias.

    Estar dispuesto a escuchar los problemas de los demás.

    Ofrécete como voluntario en organizaciones locales o busca distintas formas de ayudar a la gente con actos de bondad.

    Deja notas de ánimo y palabras amables a las personas que encuentres.

Aunque no se trata de una lista exhaustiva, es un excelente punto de partida si buscas pequeñas formas de enseñar amabilidad a tus hijos. También puedes preguntarle a tu hijo qué ideas tiene. ¿Cómo quieren practicar la amabilidad? ¿Cómo han recibido alguna muestra de amabilidad en el pasado que haya sido significativa para ellos?

"Encontrar las palabras y acciones adecuadas para expresarlo es una experiencia que empodera a los niños", dice Schubert. "Algo que escucho a menudo de los niños es que no se sienten escuchados. Se sienten invisibles en el reino de los adultos que ponen las reglas por ellos y siempre les dicen lo que tienen que hacer", añade. Cuando su hijo participa activamente en estas actividades, se siente menos como algo que tiene que hacer y más como algo que quiere hacer".

Somos responsables de nuestras

palabras

Las palabras que decimos son poderosas y tienen efectos duraderos. No sé por qué esta lección en particular le llegó tan hondo a mi hija, pero me alegro de que así fuera. Ya sea un ejemplo con papel arrugado, platos rotos o pasta de dientes sacada de un tubo, la lección que habla más alto es ésta: Eres responsable de tus palabras.

Igual de importante es repetir una y otra vez que no está de más elegir ser amable. Elogie a alguien. Muéstrale una sonrisa si parece estar deprimido. Nunca se sabe a quién puedes cambiarle el día o cuánto puedes cambiar la vida de una persona con unas pocas palabras amables.

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