Carta a la mujer que fui antes de tener hijos

Desde que tengo uso de razón, lo que más deseaba era ser madre. Antes de sentar la cabeza, anhelaba una relación estable, un hogar acogedor y una gran familia. La oportunidad de cuidar, criar y amar a mis hijos. Aunque nunca perdí la fe en ese sueño, a veces me preguntaba qué me depararía el futuro. Si pudiera volver a mi época anterior a la maternidad, me animaría a disfrutar del camino y a confiar en el proceso. Es más, suplicaría a la mujer que era antes de tener hijos que tuviera compasión y gracia conmigo misma.

A la mujer que era antes de tener hijos

Esto es para ti, mi antigua yo... la mujer que era antes de tener hijos. A la mujer que lea esto, que también hable a tu corazón.

Querida Pre-Maternidad Yo,

Espero que esta carta te reconforte. Siempre has tenido claro qué es exactamente lo que anhelas, pero has tenido tu buena ración de visión borrosa y muchas lágrimas. Sé que ahora no lo sabes, pero tienes mucho más por delante. Espera.

Sé que tu corazón ha estado cargado de expectación y anhelo, pero no será así para siempre.

Sé que ves familias felices y te preguntas cuándo podrás construir la tuya, pero lo harás. Y cuando lo hagas, será perfectamente tuya. Más grande que tus sueños más salvajes hechos realidad.

Sé que te acuestas por la noche mirando al cielo lleno de estrellas y preguntándote en qué lugar del mundo está tu persona. Te preguntas cómo serán tus hijos. Preguntándote cuándo podrás conocerlos. Abrazarlos. Apreciarlos. Créeme... tu momento llegará. El de ellos también.

You Will Take a Victory Lap

Sé que te sientes por detrás de otras personas cercanas en edad. Como si estuvieras corriendo una maratón o, como mínimo, una carrera interminable pero que aún no ha empezado. Pero créeme. Tu vuelta de la victoria aún te espera. Esto no es todo. Aún hay más.

Sé que te preguntas si vas por buen camino. Si donde estás ahora te llevará de algún modo a donde quieres estar. Créeme, lo hará. Sigue adelante. Y ten cuidado contigo mismo por el camino.

Verás, querida, antes de mí, lo mejor está por llegar. Puede que ahora no lo parezca, pero lo es. Confía en mí.

Un día, reflexionarás sobre tu camino y todo tendrá sentido. Te lo prometo.

Tus 20 años no se están desperdiciando. No, querida, te están formando y preparando. Preparándote. ¿Esos años de cuestionar, preguntar, anhelar y desear? Te están preparando para ser quien eres y para todo lo que está por venir.

Porque, querida, antes que yo, está llegando.

Y antes de que te des cuenta, te encontrarás estableciéndote. Quizá no donde te habías imaginado, pero sí donde debes estar.

En poco tiempo, verás esas dos líneas rosas. Conocerás a tu preciosa niña. Y no mucho después, a tu precioso bebé. Lo serán todo. Puede que ahora no lo creas. De hecho, puede que aún no lo creas entonces. Porque todo será tan, tan bueno. Te darás cuenta de que tal vez ellos también te han estado esperando. Te darás cuenta.

Encontrarás un nuevo nons top

En poco tiempo, tus días sin parar de hacer cosas a tu manera -y esas noches tranquilas e inquietas- se convertirán en un nuevo nonstop. Un sin parar lleno de ir, ir, ir para todos menos para ti, dando vueltas en la cama. Solo que esta vez mientras tranquilizas a nuevos humanos. Uno en cada brazo, meciendo, abrazando, acurrucando y cantando nanas.

Sus vocecitas dicen "mamá" mientras sus brazos buscan los tuyos. Cepillarás sus rizos rubios mientras miras fijamente a sus ojos marrones más grandes y azules más brillantes, y ellos te devolverán la mirada con el mismo cariño. Por fin conocerás ese amor del que todo el mundo habla... todo el mundo excepto, aparentemente, tú. Y será aún más grande de lo que puedas imaginar.

Mientras tanto, mirarás atrás y te rascarás la cabeza ante algunas de las decisiones que estás tomando en esta época de espera. Cada movimiento, cada trabajo, cada relación y situación, y todo lo demás. Te preguntarás quién eras entonces, antes de este gran amor, y al mismo tiempo añorarás pequeños trozos de ese tú (¿o debería decir yo?) de espíritu libre, despreocupado y de repente desaparecido (pero que en realidad sigue ahí, en el fondo) de antes de la maternidad.

Porque tu pasado y tu futuro yo siempre evolucionarán. Coexistan. Estar ahí. Crece. Tu camino no siempre tendrá sentido. Pero llegarás a donde siempre has querido estar. Sólo espera. De verdad, mi antiguo yo, ya lo verás.

Encontrarás fuerza y alegría

En todo lo que te espera, descubrirás tus mayores alegrías junto a tus mayores pruebas de fuerza. Encontrarás esa fuerza; oh, la encontrarás. Y junto a ella, descubrirás un amor, un coraje, una perseverancia y una fe dentro de ti que nunca has conocido. Pero de alguna manera, ha estado ahí todo el tiempo. A lo largo de tu viaje, te redescubrirás a ti mismo. Una y otra vez.

Y a pesar de que tus sueños más salvajes se hagan realidad, seguirás preguntándote si estás haciendo las cosas bien. Teniendo éxito en tu maternidad. Al mismo tiempo que consigues no ser sólo una madre. No siempre sentirás que estás haciendo las cosas bien, pero lo estás haciendo. Confía en mí.

Porque, mi querido antiguo yo, te conozco. Te conozco desde siempre porque he estado ahí todo el tiempo. Siempre has estado ahí. Tú con toda tu fuerza, amor, grandes sueños, altibajos y anhelos.

A la mujer que era antes de tener hijos, has recorrido un largo camino y te queda un viaje increíble por delante. Nunca te has dado por vencida, y a partir de ahora todo irá a más. Así que, dondequiera que te lleve tu viaje -y muy pronto, esos preciosos bebés por los que has rezado toda tu vida-, por favor, que sepas que lo tienes. Siempre.

Confía en mí.

Noticias relacionadas