Recuerde lo rápido que pasa el tiempo: saboree a su recién nacido

Seguramente, ahora mismo estás inmersa en las trincheras de la paternidad. Los despertares nocturnos, los saltos en el desarrollo, las lágrimas (tuyas y de tu bebé), la pila de ropa sin fondo, la casa desordenada y las interminables tomas y cambios de pañales.

La vida es muy ajetreada con un bebé recién nacido. La gente te recuerda que "los días son largos, pero los años son cortos", pero es casi imposible imaginar siquiera el final de las semanas y meses del bebé cuando estás en modo de supervivencia.

La primera sonrisa, la primera risa, el primer diente, la primera vez que se sientan, el primer bocado de sólidos y la primera vez que te tienden los brazos para abrazarte. Son muchos los momentos hermosos y conmovedores que vivirás en esos primeros meses.

Pero esos momentos mágicos pasan volando, y antes de que te des cuenta habrá otra emocionante "primera vez". Alguna la olvidarás aunque te prometas con todo tu ser que siempre la recordarás, pero sucede. Antes de que te des cuenta, dará sus primeros pasos, dirá sus primeras palabras y tendrá su primera rabieta. Todo es maravilloso, agotador y, a veces, implacable.

Anhelas tener tiempo para ti, una casa ordenada y algo de paz y tranquilidad. Anhelas que llegue el día en que no tengas que cambiar pañales, que tu bebé hable por fin para poder decirte lo que le pasa en lugar de llorar. Te sientes culpable, pero a veces te gustaría que crecieran... seguramente será más fácil.

Pero no te cabe en la cabeza la idea de que tu precioso pequeño, que depende completamente de ti, será un día más grande y dependerá cada vez menos de ti. Que un día será demasiado grande para caber en tus brazos y que esa mirada de pura adoración que tienen cuando te ven acabará desapareciendo.

Un día la casa no estará llena de juguetes, la cuna y el cochecito serán historia, los biberones y los chupetes habrán desaparecido, y tú volverás a tener tu propia vida. La casa no estará llena de tanto ruido, caos y risas. Ese bebé tuyo será un adolescente, y puede que tengas suerte si consigues sacarle una palabra algunos días, por no hablar de un abrazo.

Esas horas de recién nacido se convierten rápidamente en semanas, las semanas en meses y, aunque no lo creas, los meses se convierten en años. Un día ese bebé tuyo será un adulto, y tendrás que dejarlo ir. Te preguntarás cómo ha pasado el tiempo tan rápido.

Te preguntarás si te faltó algo, si les leíste lo suficiente, si los abrazaste lo suficiente, si les dijiste que los querías lo suficiente, si jugaste con ellos lo suficiente... tendrás tantas preguntas. Aunque sabes en tu corazón que hiciste lo mejor que pudiste, hay una cosa que queda clara...

Nunca hay tiempo suficiente. Pero ahora no te sentirás así con tu recién nacido, así que este es tu recordatorio para no apresurarte. Las partes que te resultan agotadoras, desafiantes y frustrantes se convertirán extrañamente en las cosas que echas de menos.

Mientras intentas pasar todos los días, intenta empaparte de todo. Porque estos días se acaban.

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