Eres una buena madre, aunque tengas días de mala madre

Comienza con una sensación de pánico, a veces mezclada con una irritabilidad extrema. Estás estresado, tocado, y un "no" más de un niño pequeño o una niña gritando "¡Mamá!" podría hacerte explotar. Te has despertado en el lado equivocado de la cama, probablemente porque te has levantado con un pie en la cara si tus hijos se meten en tu cama por la noche (o aún duermen a tu lado). Apenas llevas una hora levantado y ya notas que el café no está suficientemente cargado. Es el comienzo de un mal día de mamá.

Créeme, todas tenemos días de mala madre. Días en los que estamos frustradas, malhumoradas y sentimos que no podemos más. Muchas cosas pueden desencadenarlos. Por ejemplo, hace tiempo que no descansas. O que a tu bebé le estén saliendo los dientes y no hayas dormido mucho anoche (o la noche anterior). Lo que tienen en común los días malos de mamá es que suelen ir acompañados de una fuerte dosis de culpabilidad. Cuando reaccionamos de forma exagerada o nos frustramos con nuestros hijos, nos preguntamos si somos los únicos que cometemos errores como padres. Pero los malos días de madre nos ocurren a todos. Y que tengas un mal día no significa que seas una mala madre.

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¿Qué es un mal día de mamá?

Las madres veteranas reconocen un mal día de la madre a la legua. Son los días en los que no das en el blanco. Puede que hayas levantado la voz cuando deberías haber sido paciente. O has pasado demasiado tiempo mirando el móvil cuando deberías haber estado presente. Todos somos un poco diferentes, pero también conocemos nuestras propias normas y sabemos cuándo hemos tenido un mal día.

Un mal día de madre puede ocurrir cuando te dejas llevar por tus emociones. La frustración contenida puede acabar aflorando a la superficie. Ya sea en tu tono de voz o en tu actitud, saldrá a la luz. Sea cual sea su causa, los días malos de mamá ocurren.

Sigues siendo una buena

madre

A veces nuestros hijos tienen días malos. Los días en que se levantan malhumorados, nada parece animarles. A veces se portan mal y no nos hacen caso ni a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. Pero incluso cuando tienen problemas, les decimos con delicadeza que los errores forman parte del crecimiento y de aprender a mejorar. Cuando nuestros hijos tienen días malos, no creemos que sean malos niños. Entonces, ¿por qué creemos que somos malas madres cuando tenemos días malos?

Es fácil pensar que los niños pueden cometer errores, pero que a los adultos no se nos debe permitir. Deberíamos saberlo, ¿verdad? Pero ser padre es duro y no siempre lo tenemos claro. Como nuestros hijos, a veces también estamos aprendiendo. En lugar de creer que ser un gran padre significa ser perfecto, podemos utilizar nuestros días malos como momentos de enseñanza. Cuando enseñas a tus hijos que no pasa nada por meter la pata si nos disculpamos y lo arreglamos, les estás ayudando a sentirse seguros cuando meten la pata.

Sobre todo cuando eres madre primeriza, puede que sientas que metes la pata con frecuencia o que, al menos, te encuentras en una situación en la que no sabes qué hacer. Pero los padres veteranos también tienen días malos, y cada fase viene acompañada de nuevos retos.

Tanto en la fase de recién nacido como en la de niño pequeño, es posible que no siempre sepas qué hacer o cómo afrontar los momentos difíciles de la crianza. No pasa nada. Lo que determina lo buena madre que eres no es el número de días malos, sino cómo los afrontas.

Cómo superar los sentimientos

negativos

Si has tenido un mal día como madre, reconoce tus errores y discúlpate. Sinceramente, pedir disculpas a nuestros hijos y admitir que nos equivocamos puede dar miedo. Pero hay belleza en ello. Cuando admitimos que nos equivocamos, les damos un ejemplo positivo y les infundimos confianza para admitir también que se equivocan. Después de disculparte, reconecta con tus hijos y pasa tiempo con ellos. Dales muchos abrazos y mimos.

A veces parece que los días de mala madre se multiplican. Cuando tienes un día malo, se repite al día siguiente, una y otra vez, hasta que has tenido una semana de mala madre. Lo mejor que puedes hacer para evitarlo es saber cómo frenar los días de mala madre en seco.

Por supuesto, habrá momentos en los que tengamos días malos, y no hay nada que podamos hacer para detenerlos, pero a veces puedes sentir que se acerca un mal día y darte cuenta de que es hora de reiniciar. Cuando empieces a sentir el comienzo de un mal día de mamá, busca un momento a solas si puedes. Respira hondo y haz algo que te tranquilice. Examina cómo te sientes para llegar a la raíz de tu frustración en lugar de dejar que se agrave. Incluso cuando cometes un error, no es demasiado tarde para volver a empezar el día y reconducir la situación.

No dejes que las redes sociales te engañen: todas tenemos días de mala madre. Ocurren con más frecuencia cuando nos olvidamos de que somos humanas y debemos cuidarnos.

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